17 de abril de 2016

LAS MANOS QUE AYUDAN





El caminaba despacio hacia casa, después de una jornada intensa de trabajo. Suele hacerlo acompañado de sus auriculares, lo que le permite aislarse del mundo exterior e introducirse en el suyo propio. El azar, la causalidad a punto de materializarse, hicieron que esa tarde no los llevase puestos. Fue lo que le confundió al tiempo que le asustó. El escuchar un sonido tenue en su cabeza, le alertó de inmediato.

Se  puso en lo peor, la alteración en el oído interno, qué todos los años le hacen padecer fuertes mareos, al producirse el cambio en la presión atmosférica, empezaba una vez más a manifestarse, pero no, un cajón de plástico junto a la alambrada de la entrada a la urbanización, al lado de un contenedor de color verde de residuos orgánicos, le llamó poderosamente la atención. Es como si una fuerza invisible le empujara hacia él. Los pequeños  decibelios de los maullidos aumentaban según se aproximaba, allí estaban tres criaturas de no más de quince días de vida, suplicando ayuda. En principio se apresuró a recogerlos y gracias a la mochila fue introduciéndoles con exquisito cuidado, el tercero y último era el único que no maullaba, ya no respiraba.

Se ha cumplido una semana ya, después de un examen exhaustivo por parte del veterinario, atendiendo todas las indicaciones recibidas, ahora sí que puede estar seguro de que saldrán hacia delante. Su prima hermana y su pareja, se han hecho cargo de ellos dos, convirtiéndole a él en abuelo y padrino.

Cuándo el ser humano pierde la razón, es como darle medicamentos a un muerto. No quiero pensar en lo que mueve a mi especie, a realizar actos de tanta sin razón, sin conciencia, sin humanidad.

 Me indigna el hecho en sí, pero sobre todo la impotencia. La impotencia de no obtener respuestas a la hipocresía.

Te llamarán ateo, agnóstico, serás un pecador en potencia por no rezar, por no comulgar semanalmente. También aquí sientes impotencia, la impotencia de saber que ÉL está siempre presente en cada uno de nosotros y no poder demostrar lo equivocados que están, aquellos que lo niegan todo con rotundidad.

Ya lo dijo un líder estadounidense hace dos siglos. "Las manos que ayudan, son más nobles que los labios que rezan". Tanto las manos como los labios, proceden del mismo sitio, caminan por el mismo lugar, terminando también en el lugar de procedencia, en ese polvo de estrella que algunos aseguran ser. ¿La diferencia? Siempre habrá estrellas en las que nunca se apagará su luz, por muchos siglos que pasen.

En aquella caja de plástico, al menos dos, se han encendido, la otra se ha apagado eternamente, pero no en el cuerpo de ese ser tan indefenso y vulnerable, sino en el responsable humano de dicho acto.



10 de abril de 2016

MOTIVOS





motivos


Cuando el sacrificio no existe, el esfuerzo no se aprecia, el cansancio se supera. Cuando notas que los años empiezan a pesar en esa mochila que siempre va contigo, cuando te detienes aunque sea unos instantes para mirar hacia atrás y observas en segundos lo que llevas andado, comprendes sólo entonces que existen muchos motivos para continuar, la voluntad acompañada de fe e ilusión se multiplica, te acompaña el pensamiento no sólo de los que tienes cerca, sino de aquellos que merecen una vida al menos como la que disfrutan ellos. Sin lujos, sin riquezas materiales, sin grandes caprichos pero con dignidad y respeto, sean de la especie que sean, para mí, significan lo mismo.
Hace pocos días, un elemento de la clase política española, al que le gusta o debe de tener afición el incorporar nuevas palabras o términos a nuestro diccionario vigente, manifestaba que el postureo no era tal, qué él lo llamaba foteo. 
Pues bien señor, quizás esta palabra no se identifique mucho con su ser, pero por llamarle algo, no sé si será foteo o postureo lo mío ahora mismo, lo que si le digo es que es un sentimiento digno, deberían muchos aprender a transmitir dignidad y respeto a todos los que como yo, somos ciudadanos anónimos y hacen posible que ustedes estén donde están. 
Seguro que los sacrificios, esfuerzos y el cansancio no se manifestaría jamás, y una buena dosis de ilusión y progreso inundarían nuestros entornos, todo aquello que nos rodea.
He aquí, mi "foteo" personal, Elena y Selina, dos de los muchos motivos que hacen que mi motor no se pare.
Afortunadamente, no voy a decir que tengo, pues no me pertenece nadie, me acompañan muchísimos más.